Dando forma a Todo tuyo (53X)
Iciar Irurtia Orzaiz
Hoy, de nuevo, toca ensayo . Calentar el cuerpo, de los pies a la cabeza. Hombros y brazos, labios, cuerdas vocales y músculos faciales. Desperezar articulaciones y despertar la mente. Son las nueve y media de la mañana y en un día de lo más ventoso, arranca una nueva jornada de ensayo. Porque, en apenas tres meses, el nuevo montaje de Tdiferencia pisará las tablas del Teatro Gayarre -en castellano- y de la Escuela Navarra de Teatro -en euskera. Así que, toca trabajar duro antes del esperado estreno . La producción Todo Tuyo (53X) –que busca emocionar, conectar y empatizar con el público más joven- está subvencionado por el Gobierno de Navarra (Artempro) y cuenta con la colaboración de Laboral Kutxa , en su compromiso con la cultura, la juventud y el ámbito social.
El elenco llega puntual al local de ensayo, con risa nerviosa, curiosidad y muchas ganas de trabajar. Así que, sin perder apenas tiempo, arranca el ensayo. Enara Urra se hace cargo de dirigir el calentamiento. Mueven brazos y cuello, ejercitan la voz, juegan, se divierten, se sueltan y se preparan para meterse en la piel de sus personajes. Enara Urra y Miguel Biurrun son los primeros en «salir a la palestra». Dan vida a Sara y Yasid , dos adolescentes que comparten instituto, amistad y confidencias. Los problemas de una son parte del otro y los de uno, de la otra. Se quieren, se protegen y se aconsejan.
El ejercicio interpretativo comienza con una batería de preguntas que les lleva a construir su personaje. «No tenéis que pensar. Os propongo que sintáis… Mostrad verdad y que la comicidad salga por si sola, sin buscarla» , propone Maite Redin , la directora del montaje. Y Enara y Miguel se afanan en seguir sus instrucciones. Hasta que les toca el turno a Celia Fañanás y Unai Pichón , que interpretan a Ilargi -hermana- y Oinatz -hermano- sufren la enfermedad mental de su padre y la ausencia de su madre. Comparten instituto con Sara y Yasid y una relación fraternal algo compleja. «Estáis interpretando a personas muy jóvenes y tenéis que entender que los y las adolescentes tiene ‘sube y baja’ continuos. Son cuatro personajes muy complejos, pero vais muy bien», les anima la directora.
Su ensayo continúa recitando el texto sin intercalar respiraciones entre las frases. «Texto rápido, decirlo todo seguido» , indica Redin. Y, después, trabajando la emoción en la escena. Celia Fañanás interpreta una conversación telefónica con su madre, cargada de rabia y reproche. «Necesito que metas el pataleo propio de una niña de quince años» , aconseja. Y así lo hace, hasta lograr una interpretación brillante y de lo más creíble.
Después de una pausa para recobrar fuerzas, el elenco se mete de nuevo en faena: trabajando texto, movimiento y gestualidad. Intercambiando impresiones y descubriendo nuevas secuencias. «Habrá escenas musicales y también monólogos. Momentos lacrimógenos y situaciones de incomprensión. Diversión, sensualidad, serenidad y también ‘topicazos'» , les adelanta.
Porque la frescura y la innovación de este montaje no se limita sólo a la puesta en escena. También la creación y la construcción de la obra muestra un proceso de lo más original. «Las escenas os las seguiré pasando desordenadas y, luego, yo veré cómo construyo el puzzle. Porque, además, habrá interactividad por parte del público» , les explica Maite Redin, que además les pide que estudien el texto «entendiendo cada frase».
Con la tarea en la mochila, el elenco abandona el local de ensayo. Con la cabeza en los quince años, el instituto, la depresión paterna, el amor imposible y el sexo adolescente. Mañana, más y mejor.











