Vasco, gordo y maricón
Icíar Irurtia Orzaiz
Así de claro y contundente. Sincero, explícito y sin eufemismos. De esta manera da comienzo Marica de Gernika, el monólogo de Mitxel Santamarina que este verano ha recorrido Navarra, de la mano de Kul, cultura en el corazón del pueblo. El último fin de semana de julio -sábado 26 y domingo 27- el actor vizcaíno desató las carcajadas del público de Desojo y Oroz-Betelu y el pasado 7 de agosto, se acercó hasta la Sociedad Txokona para compartir tarde con vecinos y vecinas de Tirapu y alrededores.

Fueron noventa minutos de aplausos y carcajadas. En los que las anécdotas vitales -reales y ficticias- de Santamarina consiguieron llegar al público, despertar su empatía, sus risotadas y su complicidad. Lo de Tirapu fue más una reunión entre amigos que una función al uso. El intenso calor que azotó a la Comunidad Foral aquellos días obligó a cambiar de escenario: del porche acristalado a la sociedad climatizada. Allí, en una semi penumbra rota por el lila intenso de los focos y con una treintena de sillas dispuestas en semicírculo, el actor vizcaíno se abrió en canal. Arrancó el espectáculo cantando y, en apenas dos estrofas, resumió su historia. «Mamá, quiero ser marica. Ay, mamá, yo quiero ser artista». Recordó también su gusto por el pastelito Tigreton, su infancia en Gernika, sus aventuras en el gimnasio, su rutina de actor y, cómo no, su devoción por Marta Sánchez. Ante la treintena de asistentes recordó y escenificó su encuentro con la «diva», y confesó su admiración. Entre muchos aplausos, más carcajadas, buena sintonía y mejor ambiente. Y como no podía ser de otra manera, Marica de Gernika salió por la puerta grande de la Txokona.




